Para sobrevivir en los distintos entornos y mantener su evolución, el humano ha desarrollado mecanismos más efectivos, sofisticados y vinculados a las características cambiantes del medio ambiente. En esa circunstancia, es el cerebro el encargado de desplegar los mecanismos de supervivencia y adaptación a los mencionados hábitats.
Para ello cuenta con un sistema denominado sistema de recompensa, el cual responde a las gratificaciones naturales de supervivencia básica como comida, agua y sexo para mantenerse vivo.
El sistema de recompensa es el más importante implicado en el desarrollo de la adicción.
Dependiendo de muchos factores, y de las propias características genéticas, algunas personas tienden a ser más propensas a las adicciones que otras, como también algunos humanos son más susceptibles al ataque por patógenos que las demás.
Las sustancias y actividades de abuso, siempre placenteras, a pesar de ser nocivas para el cuerpo logran apoderarse de centros del cerebro, por medio del placer, para asegurar el hábito mantenido de las mismas.