Las personas con adicciones pierden el control de sus actos. Sienten una compulsión por consumir y buscan drogas, alcohol u otras sustancias sin importar el precio — inclusive poniendo en peligro amistades, lastimando a sus familias o perdiendo sus trabajos.
La base biológica de la adicción ayuda a revelar por qué las personas necesitan mucho más que buenas intenciones o fuerza de voluntad para romper con sus adicciones. «Una idea común y equivocada es que la adicción es una elección o un problema moral, y que lo único que hay que hacer es dejar de consumir. Pero nada más alejado de la verdad», dice el Dr. George Koob, director del Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA por sus siglas en inglés) de los NIH. «De hecho, el cerebro cambia con la adicción, y se necesita mucho trabajo para lograr que vuelva a su estado normal. Cuanto más alcohol o drogas usted haya consumido, más se verá afectado el cerebro.»
Un cerebro sano recompensar los comportamientos sanos, como hacer ejercicio, alimentarse o crear lazos con los seres queridos. Para ello, enciende circuitos cerebrales que hacen que usted se sienta maravillosamente bien, lo que lo motiva a repetir esos comportamientos. Por el contrario, cuando usted está en peligro, un cerebro sano empuja al cuerpo a reaccionar rápidamente con miedo o alarma, de modo de que usted se aleje de las fuentes perjudiciales. Si usted se siente tentado por algo cuestionable — como tomar helado antes de la cena o comprar cosas que no puede pagar — las regiones frontales del cerebro le ayudarán a decidir si las consecuencias de esos actos valen la pena.
Pero cuando usted se está volviendo adicto a una sustancia, ese «cableado» normal de procesos cerebrales que salen en su ayuda, pueden empezar a funcionar en su contra. Las drogas y el alcohol pueden secuestrar los circuitos de placer/recompensa del cerebro y «engancharlo» para que quiera más y más. La adicción también puede sobrecargar los circuitos emocionales que activan la sensación de peligro, lo que provoca sensaciones de ansiedad y estrés cuando no se está consumiendo alcohol o drogas. En esta etapa, las personas suelen usar las drogas o el alcohol para no sentirse mal, en lugar de usarlas para buscar los efectos placenteros. Además, el consumo repetido de drogas puede dañar el centro esencial de toma de decisiones en la parte frontal del cerebro. Esta zona, conocida como corteza prefrontal, es justamente la zona que debería ayudarle a reconocer el daño que provoca el consumo de sustancias adictivas.